Hasta aquí hemos llegado pedaleando, está a unos cuantos
pedales de casa, pero hay que rastrear los alrededores.
La granja es muy sencilla, hay unas cuantas gallinas
con gallo, un par de gorrinillos, unas vacas (que me parecieron muy grandes) y
algunas ovejas. También había un pony en el que te puedes montar por un módico
precio y un caballo que tira de un carromato y puede pasear a la familia al
completo.
Hay un restaurante, que estaba lleno el día que pasamos por
allí y un puesto de helados, abierto sólo en temporada de verano. También hay una mujer vendiendo cestas de paja, que no sé si estará durante en invierno vendiendo miel.
A los pollos les gustó porque hacía tiempo que no veían
animales tan de cerca, las vacas y ovejas escasean en los paisajes finlandeses. Tienen claro que les gusta muuuucho más la granja
de Antonio y Esther;
Una vez llegamos a casa, después de reponer fuerzas, se pasaron la tarde hablando de la charca, de los baños del verano, del huerto, y de lo bien que se lo estará pasando Pericles en las estrellas. Es una pasada la cantidad de veces que el bueno de Pericles aparece en sus conversaciones.
Nota de la autora: la excursión la hicimos hace un par de meses, cuando el Sol estaba por aquí muuuchas horas.
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