miércoles, 31 de octubre de 2018

Polonia con niños. 7 días

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El país nos ha sorprendido gratamente.








Conocíamos poco su historia, su cultura, su entorno, lo que se estudia en el cole durante la Segunda Guerra Mundial y poco más. Y nos hemos encontrado un país muy bonito. Bonito por dentro y por fuera, con sus paisajes, sus monumentos, sus bosques, su cultura y sus gentes. Gente orgullosa de ser polaca, defensora de su historia, de su cultura, de sus raíces y de su tierra.
En una semana hemos tenido tiempo para pasar unos días en Varsovia, enamorarnos de Cracovia y sus alrededores, de disfrutar de la familia y comer hasta reventar. Yo no sé que nos ha pasado allí, si en Finlandia también teníamos comida, pero es que allí comimos como si no hubiese un mañana, había tanto dulce apetitoso y tanta cosa rica que probar. Es un lugar peligroso para aquellas personas que comemos con los ojos y el sitio perfecto para aprender historia y de la historia.
Varsovia es la ciudad más grande de Polonia y al igual que en muchas partes de Finlandia entre las temperaturas de verano y las de invierno puede haber una diferencia de 60 grados. Aunque lo normal es tener máximas en verano de 25 grados y en invierno alrededor de los -10.
El transporte en Varsovia es muy barato, tanto los autobuses como los taxis, y para nosotros que íbamos desde Finlandia el cambio se notaba mucho más.
¿Que ver en Varsovia?, si tienes tiempo puedes entretenerte en museos, iglesias y exposiciones. Si vas con "el culo acucurichao" (que diría mi madre), puedes callejear por el centro y perderte por sus callejuelas del casco antiguo (aunque realmente es totalmente nuevo) mientras te tomas un helado, un gofre delicioso,tomas chocolate todo al mismo tiempo. Lo pasamos bien paseando por sus calles, y sobre todo por la calle  Nowy swiat, no tanto por sus tiendas, sino por los monumentos laterales y sobre todo porque los pollos se lo pasaron fenomenal sentándose en todos los bancos musicales (presionabas un botón y sonaban Chopín). Chopín, vivió en Varsovia hasta los 20 años, y su casa se ha convertido en un museo que se puede visitar. Dicen que su corazón se encuentra encerrado en la iglesia de La Santa Cruz, puede que os suene la fachada porque sale en la película de El Pianista.
La barbacana también es interesante: fuera de la muralla como un minicastillo que se comunica bajo tierra con el interior de la muralla.
El Gueto Judío en Varsovia, lo que queda de él es un muro, pero se puede caminar por el lugar en el que se encontraba. A mis hijos les impresionó bastante.
La plaza central en la ciudad vieja, otrxs la llaman la plaza del mercado viejo tiene unos edificios muy bonitos donde según cuentan las guías hay un edificio muy curioso en el que se mostraban las caras de las hijas del dueño de la casa, lo llaman el facebook de la época, ya que era la manera de dar a conocer a sus hijas en edad casadera (mejor me muerdo la lengua)
El palacio de la cultura y las ciencias (dicen que es un regalo de Stalin a la ciudad y ahora se están planteando destruirlo por lo que significa para muchxs), en Riga tiene su edificio gemelo.
El barrio de Praga cruzando el puente, rivera derecha del río Vistula se encuentra el mayor mercadillo al aire libre: Kolo es impresionante; como el rastro hace unos años, con un montón de cosas, trastos, baratijos y verdaderas preciosidades. Cosas muy curiosas se pueden encontrar allí, para mí merece unas cuantas horitas: pistolas, granadas, vajillas, abrigos de piel, espejos, muebles, todo tipo de cachivaches. Muy cerquita de este había otro con artículo más del día a día, droguería, fruta, verduras y complementos varios. También es interesante el mercado ruso de halamirowska, en el centro de la ciudad, éste es más pequeño y se ve en un ratín.
La mayor parte de la ciudad está reconstruida enterita, pues quedó totalmente destrozada tras la Guerra y más aún tras el alzamiento de la ciudad, pero basándose en cuadros y planos de la ciudad consiguieron dar a la capital polaca su color estructura y esplendor de antes de 1939. De hecho de bastante antes de esa fecha pues se basaron en planos antiguas y los más cercanos al 39 no estaban registrados.
El museo de Copérnico (muy parecido al de Heureka que tenemos en Vantaa), les encantó a mis loquitos. Con gusto habrían echado allí todo el día y parte de la noche, aunque yo con cuatro horas tuve más que suficiente. Es un museo interactivo, para aprender y experimentar jugando.
¿Qué comprar?, si no fuese porque los hago yo en casa, me habría llevado tazas, cuencos, platos. Me llevo ideas para hacer alguna que otra cosilla de barro. Nada de comprar, ya lo hacemos en casa. Así que como sólo podemos comprar comida o materia prima, otra vez todo para el estómago.

 



Tiendas de telas también había un montón, sobre todo en Cracovia, que entre el mercado de abastos y el de las flores había una calle dedicada a mercerías y telas. Aunque donde estaba sin duda alguna LA TIENDA era en Varsovia, casi me da algo al entrar allí: telas básicas (justo lo que buscaba, sin tonterías), cremalleras por metros y kilos de todos los tamaños, colores y grosores, broches, botones, elásticos,plumas y muchas más cosas que ni sabía para qué servían. Un pontejos a lo bestia en el que me tuve que contener, habría sido mi perdición.
¿lo que más les gustó a los pollos?, sin duda alguna y por orden Hangar (nave industrial con camas elásticas y juegos varios), jugar con los primos, el muñeco de lego y montar concurro en el coche escuchando sus historias y sus canciones.
¿lo que menos?, no hace falta, ya lo sé: las horas de coche, las caminatas sin fin, comer en uno de los bares de la leche, esa si que fue buena buenísima. En Varsovia aún quedan varios restaurantes como este; se llaman los bares de la leche, son un invento mezcla restaurante comedor social, de la etapa comunista de Polonia.
Son restaurantes financiados por el gobierno donde se pueden degustar platos tradicionalmente polacos a precios muy baratos: sopa de remolacha, filete empanado, té de frutas del bosque, empanadillas de pasta....
Entramos primero en uno que nos habían recomendado que está en el barrio de praga muy cerca de la iglesia. Entrar allí fue como hacer un viaje a lo que debió ser Polonia en los años 50. Fue demasiada la impresión y al ver que no entendíamos nada de la carta y que algunos platos tenían un aspecto un tanto cuestionable decidimos darnos la vuelta, además te servían a través de una ventanita que más parecía una farmacia de guardia que otra cosa y no arriesgamos tan alto. Nos dimos media vuelta, para sorpresa y alegría de quienes teníamos detrás, pues había una fila hasta llegar a la ventanita nada desdeñable.

Seguimos caminando en busca de otro lugar, queríamos un restaurante tradicional, y tras mucho caminar entramos en otro con mucho mejor aspecto (tampoco para tirar cohetes) que resultó ser también un bar de la liga de la leche como el anterior, eso sí,este tenía mejor aspecto (a primera vista) y lo más importante, casualidades de la vida tenían la carta en español- no en inglés, ni en francés,ni el alemán, en español:-/), y allí pedimos un poco lo que ya venía siendo para nosotros nuestro menú habitual, el filete de pollo empanado,las empanadillas de pasta rellenas de queso o de carne, y alguna cosilla más. Los pollos comieron porque tenían hambre y sabían que de no probarlo no iban a tener nada más hasta la hora de la cena; les costó ceder y al final reconocieron que aunque un poco grasiento, estaba todo rico.
De Camino a Cracovia hicimos un par de paradas para ver castillos y fortalezas, igual que de vuelta a Carsovo hicimos otras tantas paradas porque de castillos no nos cansamos nunca.



Cracovia nos sorprendió sobremanera: su plaza, su mercado del siglo XV, su castillo y callejuelas.

 Tiene uno de los mercados más grandes de Europa, está rodeada por un par de iglesias también enormes  y muchos edificios singulares y tiene una torre, que cuando fuimos era de acceso gratuito,desde donde se ve una vista espectacular.

La plaza del mercado  Cracovia desde el aire, con sus torres, sus iglesias, desde las mazmorras del dragón, su mina de sal. Dicen que apenas ha cambiado desde el siglo XIII, así que es un buen lugar para viajar al pasado, sólo quitas alguna que otra tiendecilla le pones voluntad y a disfrutar del viaje. Muchísimas iglesias, y los domingos llenas hasta los topes y más. había altavoces fuera para que la gente que no entraba en el edificio pudiese escuchar desde
fuera, alucinante. Me encantaron los puestos de comida en la calle, a mis hijos una vez más los gofres y las patatas fritas, los parques y las montañas (que de eso en Finlandia teníamos poco).
El barrio judío, la sinagoga, los edificios y sus fachadas. Descubrimos una cafetería SINGER, donde había una máquina de coser por mesa (debo investigar más a fondo ese local), mercados de frutas, verduras y flores. Todo nos gustó en Cracovia.
El tiempo acompañó bastante, disfrutamos de un Sol de Otoño que ya había huído de Finlandia. Y el coincidir allí con mi flamante sobrino, también tuvo su punto.
Aquí fuimos andando a todas partes,excepto a las colinas y la mina de Sal, es fácil callejear por sus callejuelas
El castillo es impresionante por dentro y por fuera. Si vas con niñxs no te recomiendo que pagues entrada, se puede acceder a los patios y algunas estancias de manera gratuita. El interior es bonito, pero a los pollos la espera para la hora
de la visita y tanto salón y tanta floritura se les hizo un poco bola.
Visitamos castillo, subimos a torres, pateamos pueblecitos y todo, absolutamente todo nos gustó.
Me fascinó, en el barrio judío de Cracovia, la cafetería que hace homenaje a la máquinade coser Singer, precioso lugar por dentro, muy acogedor, incluyendo la terraza.











La mina de sal de wieliczka, a media hora de Cracovia también merece una visita.
Estuvimos en el que está considerado el pueblo más bonito de Polonia, lo recomiendo si estás por la zona o andas sobradx de tiempo. Tiene casas con las fachadas pintadas muy bonitas, el entorno, los animales, los colores; y sus habitantes son muy amables y hospitalarios. En un par de casas nos invitaron a entrar. Por desgracia ambas veces declinamos la invitación, pues si les decimos que no se pueden ir con desconocidos, mucho menos entrar en sus casas, hay que predicar con el ejemplo, por mucho que me hubiese gustado entrar.


Me he quedad con ganas de conocer Turum, ciudad de Copernico, Gant y la guarida del lobo: base de operaciones del ejército alemán. En otra ocasión será.
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