sábado, 14 de marzo de 2015

Cuando sale el Sol

¡Qué bien sienta volver a sentir que tienes piernas!, después de llevar varios meses con varias capas, entre medias, pantalones, calcetines de lana y botas de astronauta.
Los pollos sienten que vuelan con el cambio de calzado y están encantados de haber dejado atrás, aunque sea por unos días, los pantalones plastificaniños.
Y quien piense que exagero que eche un ojo a esta foto, así es como volvimos a casa el otro día, y una chica de Cuba que nos encontramos en el metro me preguntó que si venían de la guerra.
¡Qué bien sienta poder jugar al baloncesto sin que se te pringuen las manos de barro!, y sin que te salpique el agua a cada bote del balón; poder ir al parque sin riesgo de ahogamiento por haber olvidado los manguitos para nadar en los charcos, llegar a casa con niños sonrientes y "relativamente limpios" y no con niños igual de sonrientes pero tan empapados que van directos a centrifugar.
¡Qué bien sienta poder dormir de un tirón! después de haber pasado varias semanas en vela entre mocos, toses, fiebres y vómitos, en los que el pasillo de mi casa, camino al baño, estaba más transitado que el metro en hora punta.
¡Qué bien sienta ver aparecer los primeros brotes del jardín!, a los que los locales llaman "hiirenkorvat" (orejas de ratón), en las que en breve se nos colarán y perderán las pelotas de sähly.
¡Qué bien sienta dar un paseo en bici con la manada sin tener que decirles a cada instante que no se peguen a la la rueda del hermano, que no adelanten por el lado equivocado y que miren hacia donde deben, para no atropellar a ningún peatón. Wow, no quiero cantar victoria, pero en el paseo de hoy han ido respetando los turnos, las normas y las señales; sin carreras ni protestas, ¿estaré soñando?.
Qué bien sienta poder ir al parque en un día soleado y mucho mejor poder improvisar un aperitivito entre risas, bromas e historietas.

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