Después de dejar al pequeño de los chicharras en el cole y
asegurarme de que los otros dos habían llegado sanos y salvos al suyo, las
salmantinas y yo emprendimos nuestro viaje cuyo destino era Turku.
Como no teníamos ganas de agobios, complicaciones ni líos, pasamos de alquilar coche y decidimos ir en tren. Así que allí nos plantamos, en la estación central de Helsinki, sin billete ni nada, dispuestas a pillar el tren. Para sacar el billete en ventanilla había bastante tiempo de espera y el tren salía en cinco minutos (salen con mucha frecuencia, pero para qué esperar), así que decidimos comprar el billete en el mismo vagón, como vimos que después hacían varios ejecutivos que viajaban en el mismo compartimento. Sale algo más caro, pero puesto que el tiempo es oro, mereció la pena el desembolso.
Una vez allí, pateamos y pateamos sin parar, y poco antes de las 15.00 decidimos parar a comer en BLANKO, el sitio estaba muy bien y la comida estaba rica.
El menú del día (al que llegamos por los pelos) incluía un plato a elegir entre cuatro (de los que catamos tres), helado a discreción y café o té.
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2 comentarios:
Todo estaba buenísimo, y la cervecita que no falte. Un beso.
jejeje, otro beso para tí, de parte de los chicharras.
El primogénito ha conseguido un nuevo libro para seguir con las clases en la próxima visita.:)
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