Haimoo es un disperso caserío que pertenece al municipio de Vihti, a 45 km de Helsinki, al que he sido amablemente invitado por el bueno de Bert, mi compañero holandés, para pasar la fiesta de Midsummer, Juhannus, como se conoce en Finlandia al solsticio de verano.
El municipio, cuyo centro principal estaba en el propio Vihti, está ahora centralizado en Nummela, que ha absorbido gran parte de la población. Hay algo de industria electrónica pero la actividad principal es la agricultura y la ganadería. Las casas están diseminadas por toda la zona, entre bosques, lagos y campos de cereal y forraje y, al parecer no es difícil ver alces, zorros y, dicen, a veces osos.
El caso es que para celebrar Juhannus en Vihti habían preparado una hoguera para niños a las 20.00 h. y otra para mayores a las 11 de la no-noche, ya que en esta época no se llega a hacer totalmente de noche. LLegamos a la zona de la fiesta, junto al lago de Vihti (Vihtijärvi), sobre las 22:30 y allí nos encontramos la clásica verbena con sus casetas de golosinas, salchichas, café, juegos de puntería y una zona restringida a mayores de 18 donde servían cerveza, que, en teoría, no se podía consumir fuera de allí.
En una plataforma junto a un pequeño embarcadero estaba tocando una banda formada por un acordeonista, un bajo, un saxo y una cantante, todos entraditos en años. La gente bailaba entusiasmada clásicos populares fineses a ritmo de rock&roll, swing y otros ritmos muy americanos.
En la pradera junto al lago la gente esperaba tranquilamente el inicio del espectáculo, que dio comienzo a las 23.00 (tasan yksitoista). En pocos minutos un tremendo montón de leña estaba ardiendo con llamas de 4 ó 5 metros y una enorme columna de humo que afortunadamente el viento alejaba hacia el lago. No hubo grandes explosiones de júbilo y la mayoría de la gente siguió pacíficamente en la pradera mientras pequeños grupos se acercaban a hacerse fotos junto al fuego. Algunos cantaban canciones tradicionales vestidos de forma muy poco tradicional.
Al cabo de un rato se volvió a llenar la pista de baile, esta vez con tangos, baile con mucho predicamento por estas tierras, aunque me reservo descripciones detalladas de la destreza de los bailarines, que en ese momento ya tenían unas cuantas cervezas encima. Me pareció curioso que no había diferencia de edad o sexo en los que llevaban una cerveza de más, podías ver gente dando tumbos mayores, jóvenes, chicos, chicas, parejas o individuos aislados, pero lo cierto es que no era muy distinto de cualquier fiesta de pueblo en España.
Sobre las 12 la gente empezó a dispersarse y a es ahora decidimos volvernos a casa, entre los verdes campos de Haimoo.
Escrito por el padre de mis hijos.
GRACIAS
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