saludando, que es gerundio.

Yo, soy seca por naturaleza. Me lo dicen mis familiares, algunos amigos (otros no se atreven) y hasta mi queridísimo esposo y padre de mis hijos. He vivido casi toda mi vida en una gran ciudad, y a pesar de las prisas y aceleres varios que caracterizan a  muchos madrileños, nunca había sentido esta falta de contacto; no físico, bien sabéis que soy poco dada a los besos y abrazos (excepto a mis hijos, su padre y sobrinos/as varios), sino visual. Es que aquí es como si fuésemos  invisibles, y eso que somos cinco y tres bastante ruidosos (no en vano les llaman chicharras y con tanta nieve siguen cantando villancicos ). Te cruzas con la gente y aunque miren no saludan, ni una mueca, tal vez estén congelados. Ni aunque te cruces con una madre, tirando de otro trineo, igual que el tuyo, con criaturas de edades similares. NO. Ni una mirada de "te comprendo"acabo se subir esa cuesta. "Animo".        

PUES "QUE ME IMPORTA", como diría mi hijo mediano. Tengo como propósito robar los máximos "hei/morning"posibles; como en Monstruos S.A, cuando roban gritos a los niños y eso les hace mas fuertes, les da energía eléctrica.                                                                  

En el edificio en el que vivimos están de reformas, en las zonas comunes siempre hay gente trabajando, llevo 8 días saludando a cada trabajador/a de las mismas y algunos/as ya se van soltando. Ayer, sin ir mas lejos, vinieron unos amables hombrecillos a revisar no se que historia, que no entendí, entraron, no preguntaron nada, fueron a varias habitaciones y sin más dejamos de escucharles, no oímos ni el cerrar de la puerta. Fue el mayor de mis hijos el que se percato de su ausencia: se han ido?,les buscamos por toda la casa, no estaban; igual que llegaron se marcharon, sin hola ni adios. "Que mal mama hay que avisar". horas después, para compensar, me saludo el vecino del 5 piso. Wow, no salia de mi asombro, e inicio el la conversación. Corta, pero real. Un amable viejecillo que se iba a hacer esquí de fondo.