Luonnontieteellinen Museo. así es como lo llaman los Lugareños.
Hemos pasado aquí la mañana, por sugerencia de nuestra recién adquirida tía Natica.
Adultos 10 euros, estudiantes 5 euros y niños menores de 7 años gratis.
Tanto el padre de las criaturas como los cachorros humanos lo han pasado como enanos. Ya pintaba bien la cosa cuando en el vestíbulo de la entrada había un elefante gigante (tamaño natural) y a la derecha una cueva de murciélagos, en la que hemos tenido que entrar corriendo, casi con los abrigos puestos, porque no paraban de salivar ante tamaña aventura. ¡Mamá, mamá, primero a los murciélagos!. Uhm.. que apetitoso, pensaba yo.
Me ha parecido curiosa la confianza de los lugareños. dejan con total tranquilidad sus abrigos y los preciados abrigos/monos de sus hijos en un perchero abierto a todo el mundo, sin nadie que lo vigile, sin más, en una percha como la de casa; llegan, se lo quitan, lo cuelgan y se van, con la seguridad de encontrarlo en el mismo sitio tres horas después. Nosotros, aún no estamos preparados, NO; y no sólo por la pérdida económica de tan preciada ropa, que aunque los hayan traído los Majos de Oriente, todos sabemos lo que cuestan, sino porque perder el abrigo cuando estás a -6 graditos, puede suponer perder la vida. De eso nada, los guantes, el gorro y todo lo demás, a la mochila, que para eso la hemos traído. Menos mal que hemos encontrado unas taquillas con llave (que sólo nosotros hemos usado), en las que hemos podido dejar nuestras preciadas prendas.
Planta baja, esqueletos, infinidad de esqueletos de distintas especies y tamaños, y todo en finlandés y sueco. Me parto de la risa, sobre todo cuando me empiezan a preguntar a qué animal corresponde cada esqueleto; pobre mío, aún piensa que su madre lo sabe todito; menos mal que estaba su padre para adelantarse en las respuestas, y el primogénito, que es capaz de distinguir el esqueleto de un rinoceronte y un montón de animales más.
Adultos 10 euros, estudiantes 5 euros y niños menores de 7 años gratis.
Tanto el padre de las criaturas como los cachorros humanos lo han pasado como enanos. Ya pintaba bien la cosa cuando en el vestíbulo de la entrada había un elefante gigante (tamaño natural) y a la derecha una cueva de murciélagos, en la que hemos tenido que entrar corriendo, casi con los abrigos puestos, porque no paraban de salivar ante tamaña aventura. ¡Mamá, mamá, primero a los murciélagos!. Uhm.. que apetitoso, pensaba yo.
Me ha parecido curiosa la confianza de los lugareños. dejan con total tranquilidad sus abrigos y los preciados abrigos/monos de sus hijos en un perchero abierto a todo el mundo, sin nadie que lo vigile, sin más, en una percha como la de casa; llegan, se lo quitan, lo cuelgan y se van, con la seguridad de encontrarlo en el mismo sitio tres horas después. Nosotros, aún no estamos preparados, NO; y no sólo por la pérdida económica de tan preciada ropa, que aunque los hayan traído los Majos de Oriente, todos sabemos lo que cuestan, sino porque perder el abrigo cuando estás a -6 graditos, puede suponer perder la vida. De eso nada, los guantes, el gorro y todo lo demás, a la mochila, que para eso la hemos traído. Menos mal que hemos encontrado unas taquillas con llave (que sólo nosotros hemos usado), en las que hemos podido dejar nuestras preciadas prendas.
Planta baja, esqueletos, infinidad de esqueletos de distintas especies y tamaños, y todo en finlandés y sueco. Me parto de la risa, sobre todo cuando me empiezan a preguntar a qué animal corresponde cada esqueleto; pobre mío, aún piensa que su madre lo sabe todito; menos mal que estaba su padre para adelantarse en las respuestas, y el primogénito, que es capaz de distinguir el esqueleto de un rinoceronte y un montón de animales más.
En una de las salas hay tropecientos esqueletos, todos de pie, bien montaditos, sentados, esperando al visitante, mientras al fondo están los restos de una ballena mirando por la ventana...como os digo, todos estaban emocionados, daban hasta saltitos y no sabían donde fijar la vista, ¡cuántas cosas!, mientras tanto, a mi mente venía la escena de "la bruja Novata", cuando después de las palabras de la protagonista, se levantan las armaduras a luchar contra el ejército nazi. Pues aquí lo mismo, yo pensaba... madre mía... como se pongan todos a desfilar... a ver como salimos de aquí..., parecía de película de miedo. Pero ellos, ajenos a mis pensamientos, tan contentos.
El resto de plantas están llenitos de animales disecados, representando escenas de su vida cotidiana, está bien montado, con juegos de luces, de olores, sonidos -cuando presionas distintos botones- y esas cosas que les gustan tanto a los niños. Después de casi tres horas dando vueltas querían repetir una y otra sala, menos mal que al final, después de varias idas y venidas,, 1ª, 2ª, 3ª planta, luego 2ª, 3ª, ¡ah! y esto que casi no lo hemos visto... y otra vez los murciélagos... les ha vencido el hambre y aún así habrían seguido un poquito más.
Me ha sorprendido la tranquilidad con la que los niños locales disfrutan de los museos.
Me ha sorprendido la tranquilidad con la que los niños locales disfrutan de los museos.
3 comentarios:
Tus historias ocupan mis insomnios, así que escribe más, por favor, que me encanta.
¿Estáis ya con las clases de finés? (¿o ya con el nombre del museo, creo que tenéis para una semana?)
me ha encantado! muy divertido! y el comentario sobre el nombre del museo genial también!
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