Dos días casi sin salir de casa han tenido sus efectos secundarios, pollos que se suben por las paredes y una madre con un nivel de enfado a nivel máximo. Ayer en la bolera se superaron los niveles de "locura" así que hoy, a las 9.30 de la mañana ya estábamos chapoteando en el barro. Sigue lloviendo, pero había que enfrentarse a la climatología. Pantalones "plastificaniños", manoplas a juego y abrigo normal, porque esta madre que preveía unas "navidades blancas" no podía imaginar que íbamos a tener unas fiestas más de otoñales que invernales, y se olvidó la chaqueta plastificadora en el päiväkoti.
Han corrido, saltado, se han rebozado como croquetas, hecho ríos y montañas, trampas para zorros, parecía un capítulo en directo de Pepa Pig. El resultado ha sido niños satisfechos, madre satisfecha y ropa con más kilos de arena que de plumas, borrego y textil. En momentos como estos me pregunto porqué no ponen una manguera para poder dar una duchita a la manada antes de subir, y ahorraríamos escenas como la que se ha producido en mi cuarto de baño. Menos mal que la cosa tiene fácil solución, y creedme si os digo que las manoplas y los pantalones se secan en menos de media hora.
En un rato volvemos a salir, pero esta tarde con las bicis, otra vez las botas y los chalecos relectantes, antes de que llegue la nieve.
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