Todo ocurrió una tranquila mañana de Domingo, mientras jugábamos apaciblemente en el parque, sin sobresaltos; una mala pisada, una mala caída, unos dientes muy afilados y zacaplás... labio ensangrentado.....
La visita al hospital de Peijas, última parada del 53 (45 minutos desde casa) fue muy fácil. Llegas y te metes por la puerta 2, según el mapa, por la entrada que pone ”Terveyskeskuspäivystys”, que es algo así como ”Centrodesalud de día”. Si entras por la entrada 1 ”Pääsisäänkäynti”, ”Entrada principal”, se llega al ”Terveyskeskuspäivystys” bajando un piso y siguiendo una línea naranja en el suelo hacia la izquierda.
Para urgencias en caso de llegar a rastras con algún miembro sujeto sólo por un tendón, no sé que puerta es, pero supongo que en ese caso es mejor llamar al 112.
Cuando entras, si no es una consulta ya citada (especialista, supongo, para mayores de 16 creo), tienes que sacar un número de la maquinita, dando al botón que pone ”Terveyskeskuspäivystys” y esperar (aquel día 15 minutos) a que te llamen de la ventanilla correspondiente.
En la ventanilla dices: ”Anteeksi, puhutko englantia?, Mina en puhu paljon suomea...” (Disculpe, habla inglés?, es que no hablo mucho finés...) y te atienden amablemente en inglés. Te preguntan que te pasa y te clasifican allí mismo, previa petición de la tarjeta KELA, de la Seguridad Social. De allí te pasan a una sala de espera grande, con tele y revistas, que está a la derecha del mostrador, y esperas a que te llamen (25 minutos). La médico que nos llamó nos dijo inmediatamente ”I guess it´s better if we speak english...” a lo que respondimos ”...much better!, Kiitos!” Nos metieron en una sala de curas, tumbaron al paciente en una camilla bajo un foco ultraluminoso y empezaron a examinar la herida (allí había otra chica que supongo que era la enfermera, u otra médico residente). El paciente estuvo totalmente inmóvil, sin una lagrimilla ni un mal gesto, sujetando a su ”caltor” (castor de peluche), durante todo el tiempo que duró la exploración, ante el asombro de las profesionales. Como no tenían muy claro si había que dar puntos, grapas o remiendo, decidieron llamar a un superior, que vino en 5 minutillos. Después de una nueva exploración se decidieron a cerrar los agujeros con superglue, sin más aditamentos. Le sujetaron los bordes de las heridas con los dedos y aplicaron unas gotitas de pegamento hasta que la cosa quedó bien sellada. Como premio al estoico comportamiento le regalaron un guante hinchado y pintado con cara de gallina, no sin antes comentar el bonito color marrón de sus ojos.
Vuelta al autobús y a casa.
Total: 45 min. ida (más lo que tarde el autobús en llegar, como mucho, cada 20 ó 30 minutos), 5 minutos en encontrar la entrada, 15 minutos primera espera, 5 minutos clasificación, 25 minutos segunda espera, 30 minutos exploración y cura, 15 minutos salida y espera autobús y 45 minutos de vuelta.
Todo ocurrió hace unos meses, un pimpollo cayó al suelo, de la manera más inocente, se tropezó y se mordió su propio labio inferior, tres tajos en el labio. Ante la dificultad de la cura optamos por llevarle a urgencias. Todo quedó en un aparatoso sustillo, otra cicatriz para contar a los amigos y una anécdota que espero no se convierta en rutina.
Todo ocurrió hace unos meses, un pimpollo cayó al suelo, de la manera más inocente, se tropezó y se mordió su propio labio inferior, tres tajos en el labio. Ante la dificultad de la cura optamos por llevarle a urgencias. Todo quedó en un aparatoso sustillo, otra cicatriz para contar a los amigos y una anécdota que espero no se convierta en rutina.
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