Pues va a ser cierto que mi estado es preocupante, porque desde que hemos vuelto de vacaciones he pillao los paseos por el bosque con unas ganas que no son muy normales en mí. Y lo que es más grave es que me gusta andar por el bosque a mí sola, sin pollos ni nadie más, bueno, al padre de mis hijos si que le invitaría a mis paseos, pero lo que ganaría de relajante el paseo en sí, lo perdería con los pensamientos más catostrofistas que a una madre se le pueden imaginar al haber dejado a los tres cachorros a su libre albedrío. ¡Puff! gracias a los astros!! eso significa que aún tengo remedio, no me atrevo a dejarles a los tres juntos solos, ¡¡YEEES!!, aunque voy por ese camino, porque por separado...si que les dejo.
Bosques y lagos, bosques y lagos, siempre rodeados de carril bici, pero es algo que a buen seguro sorprende a cualquier visitante. Sobre todo los bosques y los lagos, porque es lo primero que si las nubes te lo permiten, se ve desde el avión.
El verano es un buen mes para el bosque y los elfos. Puedes encontrar un montón de frutos silvestres, las fresas son mas chungas de encontrar y suele haber plantaciones privadas en las que pagas una tasa en función de los kilos recolectados, pero los arándanos, ¡qué ricos!, están por todas partes. Basta con que te alejes un pelín de los caminos para encontrar los que quieras para dar y tomar. Y si te alejas un poco de la capital a finales de agosto/principios de septiembre no es raro encontrarte cuadrillas recolectoras.
A las setas les queda un pelín más, aunque las más atrevidas ya se dejan ver. Cuidadín con estas, que no todas son comestibles y como dicen mis hijos: hay algunas que solo se comen una vez en la vida. El gesto que hacen después, ya podéis imaginarlo.
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