viernes, 16 de abril de 2021

Ropa que viene y va

 A ves hay ropa que se resiste a marcharse de tu armario, me ha pasado con calcetines, los llevo al pueblo por viejos y años después descubro que están mejor que los que me pongo a diario y vuelven al cajón original.

Lo mismo me está pasando con una camiseta de manga larga: la compré en el año 90, estábamos a punto de mudarnos a vivir a otro país y mi madre, en un arranque de locura, nos llevó a una de mis hermanas y a mi a comprar ropa en las rebajas de agosto. Nos compramos la misma camiseta de manga larga y cuello alto en todos los colores disponibles-aunque ahora sólo recuerdo la granate, la verde y la azul, que son las que siguen en mi armario. En mi casa la ropa la compartíamos entre hermanxs y siempre se heredaba todo lo heredable, así que poder estrenar o no, dependía del orden de nacimiento o de lo destroller que fuese tu hermano inmediato por arriba. 

Volviendo a la camiseta azul: después de usarla durante años como ropa habitual pasé a usarla como camiseta para dormir en los viajes de mochila y saco. Sobrevivió, nunca se perdió ni sufrió incidente alguno. Pasada esa etapa, la llevé al pueblo para usarla de ropa vieja. Sobrevivió, aunque la usé para enyesar, pintar y mover escombros, sobrevivió. Cuando nos fuimos a Finlandia, como tenía el cuello alto, la metí en el petate, y allí la estuve usando los primeros meses como una de las tantas capas de ropa que me ponía para combatir el frío, hasta que me cansé y corté el cuello.

Ya era ancha en los 90, pero ha tenido la solidaridad de ensanchar conmigo, así que, como digo, corté el cuello y la empecé a usar de nuevo como pijama (anchita, cuello amplio: cómoda). Pensé que me había desecho de ella en la mudanza Finlandia-Madrid, pero no, apareció entre las cajas. Así que, cuando mi primogénito me pidió una camiseta vieja para llevar al colegio a la asignatura de plástica, se la dí. Eso fue hace más de un año, ya la daba por desaparecida y por bien utilizada, hasta que este fin de semana, haciendo una limpieza general del armario de mis hijos, ALLÍ ESTABA, OTRA VEZ. 

¿Cómo es posible que determinada ropa atraiga las manchas, los enganchones y otra serie de infortunios textiles y otra como ésta, después de 30 años y de haber sido usada para tantísimas cosas no tenga ni una mísera mancha de grasa, pintura de rotulador, leche de lactante, enganchón ni descosido?. Ahí sigue, y me da a mí, que como no la despedace, va a seguir dando vueltas y cualquier día me habla. 

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