El primero: se presentó un lunes una compañera en el trabajo con una bolsa llena de retales y me dijo "cuando vi que mi madre estaba haciendo limpia de telas le dije que me las metiese en una bolsa para tí. Son trozos tan pequeños que no dan ni para mascarillas, a lo mejor se te ocurre algo. Sino, los tiras".
Dejé la bolsa hasta el viernes en una esquinilla y luego me la llevé a casa. Y Mientras tanto mi cabecilla, en segundo plano estuvo piensa que te piensa.
Segundo factor: el tiempo. El domingo no salí en todo el día de casa. No tenía ningún libro empezado y necesitaba un plan de escape para no tener que preguntar a uno de mis pollos las características de las rocas y minerales o a otro la diferencia entre los distintos signos de puntuación.
Así que vacié todita la bolsa en la cocina, me deshice sin remordimientos de los trocillos insalvables y después me puse manos a la obra.
Ha quedado bastante alegre, diferente y espero que los miembros de mi familia vayan dejando mensajes positivos en los bolsillos.
;)
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