Te vas un par de días a ver el mediterráneo y, como estás acostumbrada a madrugar, el día te sorprende con estos colores.
Sales una tarde de paseo, y te encuentras el campo así de esplendoroso.
Por si eso fuese poco llega una amiga y me regala estás tumbonas, que aún teniendo más años que la que suscribe, están perfectas, son comodísimas y cuando se pliegan ocupan la mínima expresión. ¡Me encantan!
Estas pequeñas cosas, y otras como tomarme un café con él, con ella o con ellxs; ver salir el Sol, ver salir a la luna detrás de la montaña tumbadita en mi tumbona heredada; observar el cometa y las estrellas; pasear cerca de los girasoles, todo eso es un regalo, como lo es , ver a mis cachorros jugar, crecer y discutir. Sí, no todo van a ser amaneceres y siestecitas a la sombra, en esta casa nos reímos mucho, pero todos los días, aunque me pese....se discute un rarito.
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