sábado, 11 de julio de 2020

Composteando

Llevamos un año haciendo compost. La dinámica inicial era acumularlo durante la semana y el fin de semana y vacaciones llevarlo a su cajica compostera hecha con vigas viejas y retales madereros, pero llegó el covid-19, nos quedamos en casica sin
movernos y dolía horrores tirar tanta cosa aprovechable así que, pensando que el confinamiento serían unos días, un par de semanas, hasta Semana Santa decidimos ir acumulando restos de frutas y verduras en un cubo de basura en la cocina.
Como la cosa se alargaba y 5 piezas de fruta por 6 inquilinos más la verdura y hortalizas correspondientes son mucha tela tuvimos que ampliar la zona de compos a la terraza y reutilizar un cajon que usabamos para otro menester. Como la cosa se alargaba aún más pasamos de un cajón a dos y para acelerar el proceso picaba el material antes de verterlo. Sandía, melón, patatas, naranjas limones, puerros, manzanas, peras, kiwis, tomates, calabacines, pepinos, pimientos, zanahorias, aguacates, plátanos y cáscaras de huevo entre otros han formado parte de nuestra dieta y en consecuencia de nuestro compost.
Por momentos y sobre todo al ver que necesitábamos un segundo cajón, llegamos a pensar que se nos iba a ir de las manos (olor, tamaño, mosquitas), pero el proceso ha salido bien; lo hemos tenido que remover un par de veces al día, mezclado con sustrato universal y hubo un momento que tuvimos que comprar el serrín que se da a los conejos y hamster para que absorviese la humedad. Casi lo perdemos, pero siguió adelante.
Cual sería nuestra sorpresa, cuando cuatro meses después de nuestra última visita, en la compostera de madera nos encontramos tres tomateras que habían salido solicas y crecido mas de un palmo durante nuestros 4 meses de ausencia.
Si es que necesitamos más nosotrxs a las plantas que ellas a nosotrxs.





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