Vestidos para la ocasión.

Así vivimos nosotros el día del centenario. Caminando, caminando y caminando.                                   En la plaza del mercado, 100 banderas, una por cada año de independencia. 

A la gente le gusta pararse a contemplar los escaparates navideños de los grandes almacenes Stokcman, debe ser como una tradición. Son bastante vistosos, con músiva y movimiento. Un buen reclamo publicitario para grandes y pequeños,

Desde la escalinata de la catedral luterana se pueden ver las casetas del mercadillo navideño y los coches oficiales de las grandes personalidades invitadas.
 No sé cómo andaremos de presupuesto para gastos de representación, pero cabe destacar, que aparentemente, de todos los vehículos aparcados a pie de escalinata, el español era el menos ostentoso.

El tradicional desfile de las antorchas. Lxs estudiantes van cantando desde Toolo hasta la plaza del senado, iluminando el camino con sus antorchas. ¿porqué? porque cuantan estas gentes del Norte, que hace muuucho, muuucho tiempo, cuando alguna personalidad importante o profesor invitado visitaba la universidad, lxs alumnos le escoltaban hasta casa, iluminando el camino con la luz de las antorchas para que no se perdiese en la oscuridad regresando a casa.

 Aquí termina la procesión de las antorchas. Lxs abanderados arriba, el resto de estudiantes abajo, discurso, música y a las 22.00 horas hubo fuegos artificiales, que me perdí porque al día siguiente había que ir a currar y no me pilla de camino a casa.

 Plaza de la catedral, con su mercado navideño, un tiovivo plastificado para que los pollos no se congelen mientras dan vueltas.
Este año, ¡BIEN!, el mercadillo estaba abierto. Eso daba mucho más ambiente a la plaza.
Hasta sauna portátil por si alguien tiene ganas.

 Casi todos los edificios estaban iluminados de la misma manera. Los colores de la bandera y chorros de luz que si hubiesen sido en tonos verdes bien podrían haber simulado las auroras boreales.

 Aquí tuvo lugar el concierto que se retransmitía en pantalla gigante y altavoces para quien no tuviese entrada. ¿público fuera disfrutando del concierto? tan sólo los viandantes que pasábamos por allí, Hacía un frío que no estaba la cosa pa tonterías. Supongo que la gente optó por verlo tranquilamente desde el sofá y alternando con el besamanos del presidente y consorte.

Fachada de granito rojo del parlamento. Recién restaurada.
Y así podría seguir y seguir poniendo fotos sin parar, sabéis que tengo el dedo flojo.
La verdad es que lo pasamos bien paseando por aquí y por allá.
Cuando íbamos hacia Toolo para ver la salida de las antorchas arriesgamos sin querer al vernos en medio de dos manifestaciones, una a favor del movimiento nazi y otra en contra. Jamás había visto tanta policía, tanto chaleco, tanto de todo, acojonaba un poco. Por supuesto salimos pitando no nos fuesen a salpicar entre unos y otros.
Con tanta caminata terminamos agotaicxs, pero aún no era momento de volverse a casa. Fue muy divertido observar al otro lado de los grandes ventanales de los restaurantes como iban engalanadas ellas y ellos. Aluciné en colores. ¡Qué peinados! ¡qué vestidos! lo de qué elegancia no se lo puedo aplicar a todxs, pero no soy yo la más adecuada para ejercer juicios de valor en el tema del vestir. Mientras veíamos aquellas gentes, me vino a la cabeza la imagen de la pobre niña huérfana que mira al otro lado del cristal mientras la familia adinerada se como un pavo enoooorme. Por supuesto, lxs vagabundos en este caso éramos nosotrxs, agotados de todo el día, con nuestra ropa de batalla y con algo de frío en el cuerpo. Entonces me imaginé a una de mis hermanas diciendo la frase que usamos siempre en casos como este: "...si tuviera buen sabor la hierba...".