Cuando pensábamos que ya llegaba el buen tiempo. Cuando ya se había derretido la nieve. Cuando ya habían pasado los camiones recogiendo la gravilla (aquí nada se tira, todo se recicla, así la guardan para el año que viene), cuando teníamos la esperanza de bajar en unos centímetros el grosor de los monos de astronauta.... cuando ...cuando...cuando.....ha vuelto a nevar.
Nevó ayer (mejor dicho en la noche del jueves al viernes), hoy ha caído agua nieve, y dicen que vamos a seguir así los próximos días. TAAS!! dijeron mis pollos nada más asomarse por la ventana. Yo no sé con qué flipé más, si con la nevada o con que aún con la legaña pegada dijese TAAS! en lugar de ¡OTRA VEZ!.
Lo que no entiendo es cómo no me lo he aprendido todavía, que el TAKITALVI nunca se olvida de venir. Es como el veranillo de San Miguel pero a la inversa. Por si alguien se había quedado con ganas de nieve, le dan unos días de prórroga. Debe ser que yo tengo tantas ganas de solecito y manga corta que voy como con prisas, intentando adelantar el reloj.
Por cierto, que ya que estoy con eso del cambio de hora, este año me ha venido divinamente para reajustar el horario de los pollos. La tercera semana de Marzo, en estas tierras del Norte se notó de manera brutal de un día para otro el tema de la luz. Antes de las 6 de la mañana ya estaba amaneciendo. Así que mis tres gallos, cerca de las 6,30 ya estaban pululando por la casa, menos mal que (todo hay que decirlo), se nota que ya van creciendo y se cogían su libro y esperaban en el sofá a que el estómago pidiese alimento (lo de la lectura debo agradecérselo a Nuria, que me dio la idea de hacerles los carnets de lectura y con tal de apuntar minutos están devorando libros.
A si que gracias al cambio de hora los pollos vuelven a despertarse a una hora prudente (si las 7,30/8.00) se puede considerar prudente, y yo....cosas de la edad...he estado varios días como una zombi por la casa....reclamando esa hora de sueño que me habían robao. La edad...que se va notando.
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