sábado, 19 de enero de 2019

Piscina con vistas. Helsinki

Definitivamente alguien se ha apoderado de mi cuerpo y mente. No, no me reconozco. Soy de secano, siempre lo he sido, como buena gata que soy tengo desarrollada desde bien pequeña una tremenda aversión al agua y piscinas públicas. No me gusta, no lo puedo evitar.
Pues el otro día, paseando por Helsinki me entraron tentaciones de tirarme a la piscina. Por suerte, ni el bañador ni la toalla son cosas de primera necesidad que suela llevar en la mochila como la botella de agua,pañuelos o pistachos y chucherías.
No sé que me pasó, que fue pasar por delante de la piscina, ver el vaporcito salir y el paisaje tan estupendo... y entrarme unas ganas como para haberme tirao. Sólo la cara de susto del padre de mis hijos cuando me vio planificando un día en familia con todos en remojo (pensando: ¿y tú quien eres y qué has hecho con la madre de mis hijos?) me hizo volver a la realidad.
Me habría tirado a la calentita, que a mi en la congelada no se me ha perdido nada.
Por el precio de la entrada (12 euros adultos, 6 niñxs hasta 12 años -menores de 2 gratis- y 8 euros jubiladxs, estudiantes y desempleadxs) puedes hacer uso de las piscinas, sauna, vestuario, y cafetería.
Ubicada el el mismísimo centro de la ciudad, en la plaza del mercado, junto a la noria, el mercado al aire libre y el palacio presidencial.

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