lunes, 25 de noviembre de 2019

vuelve el viernes negro

Black Friday, los ocho días de oro, la semana fantástica, la semana sin iva, las rebajas, las 2º rebajas, liquidación de stock, compra durante este mes todo lo que quieras y te descontaremos el equivalente al iva durante el mes siguiente, outlet,...blablabla y más blablabla, al final todos son lo mismo,todos ofrecen lo mismo, morralla y más morralla.
Si es que hasta en la inmobiliaria de debajo de mi casa han llenado el escaparate de black friday. Y lo hicieron también el año pasado, alucino, ¿en serio me van a rebajar la casa por estar a 25 de


Noviembre?, estoy por entrar mañana a ver que milonga me cuentan. COMPREN COMPREN, como si el hecho de que sea black friday vaya a determinar que elija una casa u otra. no entraré porque no está el tiempo para perderlo yo ni para hacerselo perder a nadie.
A los aparatos electrónicos les programan para durar cada vez menos, por desgracia a nosotrxs nos educan para consumir cada vez más y con menos sentido. Da igual que no lo necesites o que tengas varios artículos iguales, tú ¡compra compra, que está muy bien de precio!. Claro con tanto trasto en el primer mundo, así nos va, que ya no entramos ni en la casa, ni en el coche y por supuesto hay que comprar otra vivienda y otro coche más grande. Armarios y estanterías a explotar, bolsas y más bolsas, cuantas más bolsas lleves mejor ha sido el viaje. A más regalos mejores vacaciones.
Me ha costado casi 40 años darme cuenta, y por fin puedo rechazar todas las zarrias zarrapastrosas de las campañas publicitarias, todos esos trastos que te regalan: el balón de playa con las natillas, la caja para que el teléfono no se estropee con la crema solar, el llaverito de tal y cualo....un desastre, montañas y montañas de basura.
El otro día, en la calle preciados vi a una persona (o al menos eso parecía, si me torturasen no podría asegurarlo, también podría haber sido una reunión de bolsas con patas), iba totalmente camuflada entre ropajes, complementos, abalorios y paquetes.Llevaba tropecientas bolsas (de papel, eso sí, todo muy sostenible). Llevaba taaaantas bolsas que parecía que llevaba dos guirnaldas gigantes en las manos que hacían casi un círculo. Más bien me recordaba al come cocos amarillo, con la boca abierta, que gracioso el come cocos.
Yo también he sido consumista, a esos niveles o a otros, no lo sé. He comprado cosas por comprar, sin necesitarlas, sólo porque me gustaban. He regalado por regalar, porque había que hacerlo. He comprado la misma prenda en distintos colores. He ido a las rebajas. He ido a los outlet. He entrado en las tiendas de morralla y baratijas. Pero ahora eso no me gusta, o mejor dicho, ahora todo eso me DISGUSTA. He cambiado y soy a veces humana y otras marciana, o al menos así me siento. He dejado de comentar el tema con la gente porque me miran raro. Mi gente me mira como siempre, ya saben como soy y así me aceptan, quieren y respetan, pero las nuevas amistades que se cruzan en tu vida, esas... deben pensar que si no compro y no consumo, es que no soy de fiar, y si ya confieso publicamente que casi no veo la tele, en casa no hay NETFLIX, HBO ni similar  y no estoy enganchada a ninguna serie....apaga y vámonos....entonce ya no es que no sea de fiar es que además soy tirando a rarita.
Vamos como borregos, nos educan para ir en tropel. Tooodo el mundo a las ciudades, que nadie se quede en los pueblos, que así consumimos más. Tardamos horas en llegar a sitios que podían estar cerca de casa (colegio de proximidad, centro de salud/hospital de la zona) pero noooo, ¿para qué? vayamos como ovejitas a las grandes superficies a comprar el electrodoméstico que podíamos haber comprado debajo de casa o los guantes para los niños que venden también en la mercería; en lugar de andar 600 metros, nos hacemos 15 kilómetros  (más un atasco y el tiempo que se tarda en aparcar, sin contar con la gasolina) porque allí son más baratos. Ahorramos unos centimillos, que total van y vienen, pero perdemos un montón de tiempo maravilloso que no se recupera, porque pensamos que es infinito y no lo es. Vivir de otra manera sería angustioso, ser conscientes de que tenemos en cronómetro incorporado desde que salimos de fábrica sería una tortura, no hace falta llegar a tanto, pero es que ese tiempo que se escapa en la fila del supermercado, en las rebajas o en el atasco monumental se esfuma y no se recupera ni con el mejor trabajo del mundo.

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