Llegaba tarde al trabajo, así que a pesar de que estaba lloviendo sin parar he decidido atravesar el campo de fútbol (que ayer era pista de patinaje y hoy parece un trocito del Báltico). Antes de tomar la decisión he meditado +- medio segundo que camino tomar: si tomo camino largo me calo cabeza y pies, el suelo -ayer cubierto de nieve- hoy parecía, yo no sé que parecía, juzjad vsotrxs pues es la foto de la izquierda. Parecía bastante resbaladizo y encharcado. El camino corto en cambio, me ahorraba unos metros de distancia y como estaba aun cubierto de nieve parecía menos encharcado.
Ahora se como se siente Homer Simpon tras tomar decisiones absurdas. Esto en contra de ser uno de esos "win win" que tanto gustan a mi padre, tenia pinta de ser un "lose lose". No había escapatoria.
Me he puesto a andar sobre la nieve en pleno cambio de estado solido a liquido y a notar el chop chop bajo mis pies (imaginad comer un helado de limón en mes de agosto, pues ahora imaginad pisar un camión entero de ese mismo helado.
He acelerado el paso, hecho que solo ha propiciado las salpicaduras en mis pantalones, a mitad de campo la nieve ya era agua, ¡estaba rodeada!, sin escapatoria y con el agua hasta los tobillos.
Con lo fácil que hubiese sido salir de casa con las botas de agua puestas. Porque otra cosa no se si tendré, pero chándal y botas de agua, por estas latitudes son prendas indispensables.
Es lo que pasa cuando la temperatura pasa de -13º a 5º en menos de 48 horas.
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