miércoles, 7 de septiembre de 2016

Con el carrito del helao

Estás en casa, en el parque o paseando y escuchas a lo lejos una musiquita. Los pollos estiran el cuello, como hacía el perro de mis padres cuando decías "gato" y agudizan el oído. Es entonces cuando empiezan a salivar. La musiquilla funciona igual que la campanilla para los perros de Pavlov. Es el camión de los helados que se pasea por las calles de la ciudad.

En España, los veranos en el pueblo no serían lo mismo sin el megáfono del melonero a la hora de la siesta, el tapicero, o el vendedor de ajos que te promete que aunque estemos en Julio esos te duran hasta diciembre. Aquí, ni tapicero, ni melonero ni afilador. Nos hemos quedao, solo con el carrito del helao. :)

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