sábado, 30 de julio de 2016

Matando el tiempo

La vuelta a Finlandia después de pasar las vacaciones en España siempre resulta difícil, cada vez más. Cuando vamos, todo es un ir de aquí para allá, no parar y ver a todo el mundo. Como estamos poco tiempo, no discutimos con nadie y como vamos de vacaciones el buen humor, las sonrisas y carcajadas es algo que siempre acompaña. Creo que este verano, he superado el record de no enfadarme con la manada. Eso sí, es aterrizar en Finlandia y nos cambia el carácter a tod@s, especialmente a mi. El resto del equipo parece que lo lleva mejor.
Pasamos de una hiperactividad enfermiza donde no paramos ni un minuto a llegar aquí y que parezca que el tiempo no pasa, que hay tanto tiempo libre que hasta se te cae de los bolsillos. Las horas pasan leeeentas leeentas leeeentas y se te hace un nudo en el estómago cuando piensas lo poco que tienes que hacer aquí y la cantidad de cosas que hacías apenas unos días antes. Esa sensación dura sólo unos días, pero qué mal se pasan. Por suerte, luego se vuelve a la rutina y tod@s tan panch@s hasta la próxima visita, que aunque sabes que va a pasar lo mismo es absurdo anticiparse al drama.
Este año hubo un día que a los pollos y a mí nos sobraba tanto tiempo que pasamos un rato bien largo eligiendo unos guisantes. ¿guisantes? sí, ¡quien me lo iba a decir!.
Cuando descubrimos, allá por el 2013 el maravilloso mundo del guisante.fi, me sorprendió como algunas mujeres de avanzada edad invertían varios minutos en elegir los guisantes en lo que el resto de mortales invertíamos apenas unos segundos. Ha ido pasando el tiempo, y el otro día, me sorprendí a mí misma eligiendo los guisantes que me llevaba a casa, y lo que me sorprendió aún más es que a mi manada le gustó aquella actividad y se entregaron en cuerpo y alma a la tarea. ¿absurdo? tal vez, pero me sirvió para dos cosas, una para aprender la diferencia entre elegir un buen guisante y uno malo y otra para espabilar y darme cuenta de que o cambiaba el chip o terminaba muertica de asco y con la nevera a tope de guisantes.
Así que nos pusimos las pilas y empezamos a quedar con amig@s y alternar parques con viajes y alguna que otra cosilla, hasta que paseando por el bosque vimos que los arándanos ya estaban grandecitos y, aunque el tiempo ya no se nos cae de los bolsillos, decidimos invertir en nuestra pequeña recolección de frutos del bosque.¡Qué rica quedó la tarta después!.A los pollos también les gusta mezclarlos con el yogur o el helado, a mi no, ¡con tropezones no, qué asquete! veces me siento como los osos gummi cuando recolectaban bayas para sus pociones. Estos amarillos aún no están rojos como debieran, habrá que esperar unos días, antes de que empiece el cole.




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