martes, 5 de mayo de 2015

¿Y porque los españoles coméis asfalto?, preguntas de ese tipo nos hacía el otro día el amigo de uno de mis hijos que pasó el fin de semana en casa. Estábamos tomando paté de aceitunas negras, y la pobre criatura no salía de su asombro al ver como el padre de mis hijos lo untaba en el pan y lo
ofrecía al resto de comensales. Por suerte para el muchacho ese día no nos dio por abrir una lata de berberechos en su presencia. jeje, berberechos, a los que mi hermana mayor se refiere desde hace más de 30 años como "ojos". Tampoco teníamos una pata de jamón serrano en la cocina (no, desde que estamos aquí, hay privilegios a los que debemos renunciar), no quiero ni pensar lo que le habría pasado a la pobre criatura por la cabeza si hubiese visto una pata de cerdo en el mostrador de la cocina, pata a la que vamos descuartizando poco a poco.
Si es que hay cosas que creemos que son normales, y para nosotros lo son, pero para nuestro pequeño polizón eran de lo más curiosas.
Ha sido divertido ver como el buen muchacho verbalizaba nuestro día a día, ver nuestras rutinas a los ojos de otro niño. Niño que repetía constantemente cualquier palabra o frase que dijésemos en nuestra propia lengua. alucinante cuán perfecta era su dicción. Y mientras él ha aprendido algunas palabrejas nuestras, nosotros hemos ampliado un poco más nuestro vocabulario de lenguaje de signos que por motivos familiares conoce a la perfección. Mis pollos saben algunas palabras porque en el cole y en el päiväkoti aprenden las canciones de memoria (por repetición) y siempre las aprenden en lenguaje de signos, al igual que poemas o frases simples. Aprende LENGUAJE DE SIGNOS
A nosotros nos extraña que ellos tomen sopa de salchichas, patatas guisadas con carne picada en lugar de con deliciosas costillas, y que los macarrones con ketchup sean un plato gourmet para los y las más pequeños. No quiero ni pensar lo que habría dicho la pobre criatura si le hubiésemos dado unas lentejas con chorizo, una fabada completita o un buen cocido.
Menos mal que en estos casos, cuando viene algún niño a comer la consigna esta clara, comida internacional, hay que ir a lo seguro.
Aunque como los milagros existen, el gusto también se educa, y ahora son mis propios cachorros los que en casa me piden que les de sopa de salmón y punajuurisalaatti  (la ensalada rosa) que les dan casi a diario en el cole.

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