viernes, 17 de abril de 2015

4 por el precio de una....

....y eso que ya ha terminado el periodo de rebajas.

Hemos amanecido con el cielo gris y dos gradetes era lo que marcaba el termómetro de la cocina.
Cuando he entrado a dejar a los pollos en el päiväkoti empezaba a nevar levemente, cuando he salido minutos después caían copos del tamaño de una moneda de dos euros, o como diría el padre de mis hijos de una moneda de cinco duros (ligeramente más grandes), es un nostálgico. Daba la sensación de que volvía el invierno, pero con temperaturas más agradables. Ha sido gracioso observar la cara de la gente camino del metro o del bus: sorpresa, disgusto, ilusión, y luego las de sueño con las que me cruzo cada mañana, jeje. Pero sin duda, lo que más me gusta en estos casos es ver la cara de los niños. Excepto la de mi medianillo que te dice con la mirada, ¡qué rollo! ¡otro día que no puedo salir al patio en manga corta!.
A eso de las 10.00 han caído chuzos de punta, parecía que había llegado de repente el Otoño, sólo la falta de hojas en los árboles y la aparición de los primeros brotes de vida indicaban que estamos en Primavera.
Y por la tarde, después de que ha caído una ligera granizada, ha salido el Sol y nos ha dejado este estupendo arco iris, como en las tormentas de Verano.
Los pollos han salido del cole con barro hasta en las orejas, y no es una exageración. Hoy han enseñado a sus amigos lo bien que se les da hacer ríos, puentes y castillos de arena (se llevan poco por estas latitudes), sin necesidad de minecraft. Así que antes de subir a casa, para ver si se les quitaba un poco todo el barro negrísimo de la excavación escolar, han hecho un auto-pre-lavado en el arenero de casa. La arena es más clarita y decían que iban menos sucios (aunque realmente iban mucho más sonrientes) y luego, para terminar de embadurnarse, qué mejor que saltar algunos charcos para conseguir unos buenos churretes.




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